domingo, 13 de diciembre de 2015



                                         
   DESPERTAR  


Amo como entras en mi boca al despertarme, enredándote  en mi lengua, deslizándote suave por mi garganta, amarga y dulcemente.
    Das calidez a mi cuerpo con ese aroma,  que solo lo indómito de tu esencia puede despertar en mi sensaciones que recorren mis venas.
    Mis manos sienten tu calor  irresistible, tu aroma impregna mis sentidos y mi sangre bulle.
     Eres el oscuro compañero de mañanas adormiladas, lo primero que reclama mi boca al despertar. 
    Me gusta saborearte en soledad, despacio, mientras me deslizo perezosamente hacia las primeras luces del día.
     Eres en esos instantes, mi cómplice, mi compañero de silencios, mis sueños  . . .
     Lamo mis labios y un dorado aroma me sumerge nuevamente entre las sábanas.                Absorbo entonces cada gota de ti como un aliado que me empapa y me agita.
     Desenlazo mi cuerpo y respiro . . . ¡mi venerado café!


Diciembre 2015
Ángeles Fortes Picas







            CRÒNICA NOCTURNA                         
                                                                                                   
                                                                             Amb respecte per la Rosario   Endrinal “Charo” (indigent del barri de Sant Gervasi) i veïna de Sants.  Ara fa 10 anys que va morir assassinada.

     La nit és tancada i freda,  més fosca que de costum.  La lluna dibuixa encara un cercle quasi ple, de blanc  transparent,  grisós i trist,  que  intensifica  la foscor  i el fred.
  Rosario, dormita vulnerable,  dins d´un cubícul del caixer automàtic d´una entitat bancària,  emparada entre cartrons i diaris, per protegir-se  del fred i de la incertesa,  mirant cap al carrer, observant la nit interminable,  ben servida de vi tosc i aspre, que li ajuda a oblidar.

     Alguna cosa  trenca la quietud, el silenci prudent i temerós, d´aquesta nit somorta: insults, rises ofensives, brabateries i amenaçes;  patacades, cops al cap i a la cara amb objectes que la colpejen. La nit comença a trencarse i a desfigurar-se.
     Més tard,  la inconsciència , la inconnexió, que dona l´ebrietat,  fa que  Rosario obri la porta del caixer, a les mateixes ombres que abans l´havien humiliat i a les que s´havia encoratjat, amb ràbia, amb insults, defensen-se com una fera engaviada.

     De sobte se sent un soroll metàlic, buit, terrible i un fum espés i asfixiant omple el caixer, la seva llar nocturna. Corre desesperada d´un costat a l´altre del cubícul, colpeja amb força els vidres de les portes i de les finestres. Tot és tancat. No hi ha fugida. La seva boca  està resseca, no té saliva per humitejar.  Treu la llengua desesperada, buscant un fil d´aire, però no el troba.  No sap el que passa, els seus ulls desorbitats, plens de llàgrimes, criden de por i desesperació. Es refugia entre els cartrons en la part més arraconada, però les flames han calat en la paperera i formen una foguera que resplandeix entre els vidres i il·lumina la nit freda i fatídica. Rosario crida desesperada!
    
     Charo, Charo, ets molt bonica! Em veig, contenta, saltant, agafada a la mà de la  mare! Chantal, la meva petita! La meva nina! Filla t´estimo! . . .  
     Charo, Charo ets una dona preciosa!  Mon cheri, mon cheri!.  Encara m´arriben instants de realitat:  paraules i  crits,   rises desfigurades, transformades en pànic , i la fugida definitiva dels meus agressors a través dels vidres.

     Les imatges, els records, les veus, les olors, els sons, van perden nitidesa, s´esfumen, són devorats  per la trepidant desolació de les flames!
      En aquestes fraccions últimes de lucidesa, em veig  jove, guapa, seductora, enamorada. Ja no puc respirar, em resisteixo, vull agafar oxígen, però ja és del tot impossible. Ja no puc moure´m, m´he quedat immòbil, ja no reconec el tacte, l´olfacte sols identifica l´olor  destructiu del foc.
    
     Se´m perden ja definitivament, les imatges, els records, les veus, ja no tinc consciència del món exterior.  Només veig visions, al·lucinacions, i sento el dolor torturador, agressiu,  terrible, cremant i destripant la meva epidermis i la meva dermis, deixant al descobert,  sols la  carn viva,  ja no soporto més! Tot el cos, els múscles, el ossos, el meu cervell perd tota connexió amb la meva essència vital, i encara així, percebeixo les meves últimes  llàgrimes,  de dolor, de remordiment, de buidor, d´amor, de fi.
    
     Una llum encegadora i brillant m´envolta . . .

Desembre 2015
Ángeles Fortes Picas. 







miércoles, 3 de junio de 2015


                                                                                                                      

 “Reinventarse” Ángeles F. Picas

     Se puso en la cola como todos  los primeros días de mes. Esta vez llegaba hasta la tercera bocacalle. Unos 50 metros de personas  perfectamente alineadas.  El frío era aún intenso aquella mañana de marzo. Los rostros, protegidos por las solapas de los abrigos y las bufandas, aumentaban  las  expresiones de decaimiento.
     Se situó en la misma esquina y sintió un temblor helado. Se ajustó la chaqueta y hundió su cara hasta  casi desaparecer.
     Después de más de dos años en el paro, había sido citado para una entrevista a través de una empresa de selección de personal. Aún no sabía en qué consistía, porqué había ampliado tanto su perfil profesional, que ahora era polivalente y lo podían llamar para cualquier cosa. Pero lo importante es que lo habían seleccionado, pensó  con una alegría amarga.
      Recordó por unos momentos  su verdadero oficio. Se consideraba un gran profesional que había trabajado por diferentes lugares del país. Uno de los mejores ebanistas que se podían encontrar. Pero eso, se dijo con nostalgia, era agua pasada.
La cola progresaba lenta, cada paso se prolongaba hasta que los bostezos eran inevitables.
     En ese tiempo había hecho de todo: transportista, camarero, pintor… cualquier cosa para mantener a su familia, pero no había sido suficiente. Como una sangría fue perdiéndolo todo. El trabajo, la vivienda, el matrimonio, la fuerza, su optimismo innato.
     La empresa donde trabajaba hacia más de 25 años, pionera en el sector,  había cerrado de la noche a la mañana  después de 100 años de existencia. Primero habían declarado una suspensión de pagos  por un acuerdo entre los gerentes y los representantes sindicales. Más tarde la vendieron a unos inversores que resultaron ser un engaño. Finalmente los dueños desaparecieron y los empleados se quedaron sin trabajo y sin indemnización.
      Algunos, incluido él, habían montando guardias durante meses, para impedir que el material de fabricación se lo llevaran, pero el desánimo y la necesidad de trabajar les hizo abandonar.
     Durante un tiempo perdió por completo el rumbo, pero remontó de repente, como una brisa fresca, el día que su hijo de 11 años, con esa extraña madurez que poseen los niños que sufren, le dijo que debía curarse porque él lo necesitaba.
     Aceptó entonces todos los cursos de formación que le ofrecía la oficina de empleo para ampliar sus conocimientos y recursos.  Asistió  a sesiones informativas sobre trucos y consejos para hacer más atractivo su curriculum, participó en cuantos programas y cursos formativos le ofrecieron, a talleres de “coaching” laboral y sobre todo,  a todas las charlas y seminarios de como “reinventarse” para abrirse a otras posibilidades de éxito en la búsqueda de empleo. Hasta se empapó diversos manuales de reinvención profesional.
     Sacó el rostro de su refugio y un olor desagradable se le introdujo en las fosas nasales. Eso lo puso de peor humor. La cola había avanzado y le tocaba estar frente a unos containers de basura. Miró su entorno y el silencio lo aplastó.
     Aspiró profundamente y una bocanada de aire frío quedó flotando en el aire, como petrificada. ¿Reiventarse? ¿Volverse a inventar?  ¡Vaya gilipollez! ¿cómo puede volverse a inventar uno mismo? Con una vez ¿no ha sido suficiente? ¡Malditos manuales! ¡farsantes! ¡payasos! De esto me han servido, para estar en esta cola cada mes, hasta hoy, que me han citado para un ridículo contrato de 3 meses,    pensó con acritud, casi en voz alta, hundiéndose de nuevo en su abrigo.
     Entró en la sala y cogió de mala gana el número de orden del dispensador. 
     –¡Vaya el 113! –dijó en voz alta con sorna.
     Se sentó a esperar su turno mientras observaba a los  funcionarios que atendían. Le habían tocado todos.
     –¡Para esto me citan! ¡Para esta mierda! –gritó un hombre maduro al que estaban atendiendo–.
     –Esto es lo que ofrecen,  no puedo decirle nada más. Yo no hago las leyes –le contesto secamente el funcionario.
     Su número apareció en pantalla. Una mujer de unos 30 años le preguntó su nombre, con la mirada puesta en el papeleo que tenía sobre la mesa. Esta es nueva, pensó sorprendido.
     –Vamos a ver señor Fuentes, ha sido preseleccionado por la empresa de selección Siglo XXI, para cubrir diversas plazas en una empresa del sector mecánico ubicada fuera de Barcelona. Ofrecen un contrato de 2 meses. 
     La empleada siguió explicándole, de forma distante, todos los detalles, mientras él la escuchaba, sus manos apoyadas en la barbilla  y la mirada perdida en los detalles de la mesa.
     –Debe saber –prosiguió con la retahíla–, que tiene la obligación de aceptar la oferta si fuera elegido, ya que se ajusta a los cursos de estrategias para reinventarse laboralmente que usted ha recibido. 
     –Perdone –dijo mirándola fijamente–, pero no podré aceptar ese empleo de ninguna forma.
     –¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Usted sabe que si la rechaza sin causa justificada perderá la prestación por unos meses –dijo de forma autoritaria.
     –El motivo es que estaré en la cárcel –dijo él de forma impasible,  mientras le clavaba en la garganta las tijeras que estaban sobre la mesa.

     La sangre salpicó todos los papeles.

Abril 2015.

viernes, 1 de mayo de 2015

"Tocats pel cor"

"És el millor regal que la vida m´ha donat, tenir-lo al meu costat sempre. És un bon home, honrat i sempre m´ha cuidat i m´ha recolzat . . ."
"No canviaria res del que he viscut al seu costat, és la millor dona que podria trobar per compartir la meva vida . . ."
"Ens vam conèixer a un poble de la Cerdanya, a la festa major, ens vam mirar, vam començar a ballar i ja no vam deixar de fer-ho mai, fins ara que estem els dos fets una porqueria . . ."
"Això que jo (la iaia) li vaig dir: no vull sortir amb tu, que estic operada del cor i no sé el que puc durar. Ell es va descordar la camisa i em va dir,  enseyant-me una cicatriu, jo també estic operat del cor".


Així va començar la història d´amor de dos iaios de 84 anys, fa molt  temps . . .
Ángeles F. Picas.

domingo, 26 de abril de 2015




"RAIMUNDO" Angeles F. Picas
de una idea de personaje de Marta Sanz.



    Antes de dar el último trago a mi tercer Martini, saboreé la aceituna, mientras removía el líquido con el palillo. Levanté la vista una vez más al oír el tintineo de la puerta al abrirse, pero no era él.    Mientras esperaba, venían a mi mente la imagen de sus manos, su rostro, las arrugas y manchas que delataban los 79 años vividos. Era el primer jueves en diez meses que Raimundo se retrasaba. 
    Nos conocimos en la inauguración de la exposición fotográfica de una amiga mía. Más tarde descubrimos que era común, y enseguida me fascinó su humilde sabiduría.  
   El relato de sus experiencias, la fuerza de sus vivencias, la confianza depositada en una casi desconocida como  yo, sus palabras de apoyo y de aliento, semana tras semana, tajantes y duras en ocasiones, se habían convertido en una cita indispensable para mí.

   Volvió a sonar la campanilla de la entrada pero esta vez tampoco era él. -Hoy parece que Raimundo nos ha abandonado ¿eh? –me dijo el camarero desde la barra-. –Si. Qué extraño ¿verdad? –le respondí desconcertada- como si esperara que él me diera una razón.
   Antonio trabajaba allí desde hacía más de 30 años y conocía mucho a Raimundo. Había algo más que aprecio entre ellos, una complicidad que sólo dan los años y la buena sintonía.

    -Esa maldita manía suya de no querer saber nada de los móviles. Con lo abierto que es para todo, pero con ese tema no ha habido manera. Es terco como una mula, ya lo conoces. ­–me dijo negando con la cabeza-. Si,  lo sabía. Lo de terco y lo del móvil.
   Raimundo decía que los móviles eran para papanatas y con esa idea  nos metía a todos en el mismo saco. Quien quiera verme o hablar conmigo sobre mis miserias, que tomemos una copa o echemos unas risas, ya saben dónde encontrarme: En “El Candil”, hablando con Antonio o con quien se presente, leyendo o mirando la vida pasar, por esta ventana que lo domina todo y sentado en esta silla, más vieja que yo, pero de madera noble, junto a esta mesilla de mármol y hierro forjado, la mejor del local. Y que sepas que tiene dueño, es mía. Mi historia con ella viene de lejos. . . Siempre me repetía lo mismo, cuando yo intentaba convencerlo con el asunto del móvil, así que desistí.

   Precisamente hoy, que le había traído una gran sorpresa, un secreto que me había costado mucho ocultarle, Raimundo no aparecía. Y lo peor era que no sabía dónde vivía, ni podía localizarlo en ningún lugar.
   Estuvo en primera línea de fuego en muchas ocasiones, para contar a un mundo sordo todo lo que ocurría fuera de sus fronteras. Me habló de los lugares más inhóspitos y también de los más bellos.
De la velocidad con la que ocurren las cosas, pero también del instante, del que nos gustaría retener y se resiste, incluso del momento que un descuido,  un mínimo despiste, podía traer consecuencias fatídicas.
Me hablaba acerca del amor y del horror, del hambre y  la opulencia, de todo lo que había sido su alimento en los cincuenta años de profesión como reportero de guerra.    
Me decía que al final todo se reducía a las buenas gentes, pero que también existía la maldad en todas sus formas, que nunca me engañara. Que las guerras lo arrasaban todo, pero que estuvo en lugares que resurgieron con fuerza. 
   Saqué el paquete que tenía para él y lo acaricié. Le había traído a Raimundo una primera parte del borrador de la novela que estaba escribiendo. Unas páginas que él me había ayudado a construir con sus revelaciones,  sus testimonio únicos, con sus secretos más íntimos.
Quería ver su reacción, necesitaba ver alegría en esos ojos que prácticamente lo habían visto todo y que eran incapaces ahora, de asombrarse por nada.

   Me di por vencida, algo mucho más importante le habría impedido venir a nuestra cita de todos los jueves a las seis de la tarde. Estaba segura que lo que fuera, era inaplazable. Al pensarlo se me clavó  una punzada de tristeza.
   -Antonio tengo que irme. Te dejo este paquete para Raimundo. Dáselo de mi parte, y dile que espero que le guste, que se cuide y que compre un móvil, para que pueda llamarlo –le dije abrumada-.  –Mañana tengo que volver a casa de mi familia, por un tema urgente.
­-Vete tranquila Blanca, le daré el encargo. Buen viaje y regresa pronto por aquí –me dijo con franqueza-.

   Al día siguiente antes de coger mi tren, un impulso me llevó hasta “El Candil”. Pasé despacio, arrastrando mi maleta, cargada como siempre con la cámara y mi portátil, por delante de la ventana donde Raimundo tenía su rincón en “propiedad”.  Sentí un vacio repentino, era como mirar una pintura conocida, donde faltara lo más importante.
   Antonio me vio desde la barra y su mirada me dijo todo. Entré pausadamente, como si de repente un peso enorme me hubiera caído sobre mis espaldas.
-Hola Blanca. Ayer, el valiente y terco de Raimundo, nos dejó. Tuvo una cita inaplazable. –dijo evocándolo-.
Un tiempo atrás me dejó esto para ti. Me había confesado que estaba enfermo,  que los médicos le habían dado unos meses de vida. Aunque él les tenía muy poca fe, por si esta vez acertaban, me obligó a darle mi palabra. Era su gran y único tesoro. Antonio al llegar aquí se quebró, y me entregó un paquete anudado con fuerza.  

   Lo fui abriendo, con la misma emoción que un niño ante su primer juguete. Varios cuadernos de tapas viejas y resistentes estaban en el interior de una caja de madera, llenos de hojas escritas, de anotaciones, de nombres y direcciones señaladas. Entre las páginas, fotografías, cartas, pequeñas pinturas, poemas.
   Volví con delicadeza, como si de un rito se tratara, al primer cuaderno, al número uno, como indicaba en la cubierta. En su primera página leí: “Vietnam. Septiembre de 1965. Mi primer encargo como reportero de guerra. Tengo miedo, pero también mucha ilusión. . . “

   Los recogí y antes de ponerlos en la caja, estreché con fuerza a mi pecho. Allí tenía algo más que un diario, el testimonio de un hombre único, de una vida apasionante. Me encargaría de que  el tiempo no lo borrara.  
   Miré por última vez el pequeño rincón de Raimundo y lo vi de nuevo con su copa de Martini, al que me había aficionado, jugando con su palillo, mientras me relataba sus experiencias inagotables y reía y maldecía sus recuerdos

miércoles, 22 de abril de 2015

"PALABRAS DE ABRIL"






Mi  blog  “Palabras de Abril”. El porqué de su título. . .

“Palabras” para que nunca más se queden ahogadas y ocultas por los miedos y las dudas, atascadas por el rubor y la cobardía. Palabras para transmitir, compartir, ofrecer e intercambiar.  

“Abril”  me impulsa, me estremece, huele a libros, flores, lluvia. Es inspirador de canciones, poemas, libros, revoluciones. Es nombre de mujer. Preludio de fértiles primaveras. Evoca rebeldía, añoranza, ternura, migración, infancia, reparación. 

Desde niña quise  estudiar periodismo, porqué quería mostrar al mundo la implacable realidad. Denunciar la crueldad del ser humano, pero enseñar también lo más tierno y la infinita soledad del hombre. Más tarde estudié Educación Social porqué quería aliviar ese dolor y reparar esa realidad. 

Ahora veo, escucho, con ojos y oídos atentos, con todos los sentidos abiertos, para descubrir y empaparme de historias, para impregnarme de instantes. Para hacer nacer de cualquier fuego un relato, de cualquier vida una historia.

En esta inmensidad de mundo virtual donde la información corre por las venas, los blogs temáticos y las páginas literarias proliferan en las redes, me pregunto llena de dudas, a quien podrá interesar este rinconcito de palabras. No puedo evitar pensar si seré capaz de hacerlo simplemente de forma digna.

Aún con todas esas contradicciones, hoy he decidido lanzarme al abismo. Abrirme y mostrarme. No lo hago a la brava, ni por valentía excesiva. He decidido hacerlo  protegida  por las personas que siempre me han alentado a que escriba, y sobre todo  porque es una necesidad inexcusable.

Hoy Día de Sant Jordi,  Día Internacional del Libro,  con las calles rebosantes de rosas y libros, poesía y palabras ,  abro tímidamente una ventana al exterior.

Un mar pleno de gracias.